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Tercer sutra: ir más allá del tiempo y espacio

Julio 26, 2017

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“Estoy en llamas”, “Surgió un bomberazo”, “Es para ayer”, “Urge”, “Estamos hasta el tope”. ¿Te resultan familiares estas frases? ¿Las has escuchado alguna vez? ¿Las has dicho?...

 

Comúnmente se usan para diagnosticar que “el tiempo se vino encima”, una sobredosis de presión y síntomas de estrés laboral o existencial. Hay quienes recurren a ellas continuamente, como si fueran perseguidos por el fuego de incendio en incendio o, peor aún, fueran víctimas de un infierno interminable, hasta que dicho estado deja de ser un calificativo para un “asunto atravesado” o una situación desesperada y se convierte en un estilo de vida: ver la vida como una suma de catástrofes, sobrevivirla día a día como un bomberazo, estar siempre en la línea de urgencia a punto de ser devorados por el tiempo.

 

Para cada incendio hay un escuadrón dispuesto a apagarlo (o a sufrirlo) pero, ¿por qué dejar que las cosas lleguen a tal grado? Si el montón de pendientes ascienden hasta el cuello en la constante cantaleta de “para ayer” o “andar en llamas” es porque, independientemente de que pudieron haber surgido requerimientos con los que no se contaba, también hubo –o hay– una falta de organización; ciertos procesos que se dejan pasar, soluciones que se guardan para después, ideas que se quedan congeladas a cambio del constante “salir a flote” o “vivir al día” y así, el ir sobreviviendo se vuelve el pan de cada día, hasta que el cuerpo, la mente o el alma explotan y llega el diagnóstico: una vida de estrés.

 

En SVYASA-Yoga University, el Ashram/Hospital/Centro de Investigación y desarrollo científico/Universidad de Yoga y Ayurveda donde estudié, se desarrolló una técnica que mezcla asanas con relajación y meditación en movimiento y que se ha probado en personas con altos índices de estrés: cyclic meditation (meditación cíclica), obteniendo resultados positivos en su disminución y la generación de atención plena, patrones positivos, proactivos y creativos en quienes la practican constantemente. Nuestros maestros nos encomendaron instruirla en nuestros países de origen porque el estrés es concebido como la pandemia de los últimos tiempos, es inevitable (sobre todo para los habitantes de las grandes metrópolis), forma parte de la vida e incluso su sentido de alerta se considera beneficioso para actuar en situaciones límite o como capacidad de respuesta ante éstas, invitándonos a generar la mejor alternativa deseable en momentos de tensión. Se habla, entonces, más que de eliminarlo, de aprender a manejarlo.

 

Pero cuando el estrés se acumula sin darle pausas o atención, entonces toma el control y sobrevienen desbalances físicos y químicos que hunden al cuerpo, la mente y el alma en un total descontrol y generan síntomas, circunstancias o dolencias que pueden orillar a la muerte.

 

¿La solución? A mayores niveles de estrés se requieren mayores momentos de relajación durante el día. No se trata de someter al organismo a intensos periodos de estrés para reservarle a la relajación unos cuantos episodios vacacionales o “desestresantes” fines de semana donde suele asociarse el desfogue con el consumo consuetudinario de otros estresores como el alcohol, el cigarro o las drogas, generando un círculo vicioso. El concepto de relajación es más sencillo y orgánico que esto: se trata de parar, darse un respiro, respirar, observar los cambios y, entonces, actuar.

 

Respirar para hacerse consciente de que esa presión que pareciera desbocarse hasta hundir en la desesperación comúnmente tiene un origen: procrastinación. Para contrarrestarla, el tercer sutra para la era de Acuario nos da la clave: “Cuando el tiempo esté encima de ti, comienza, y la presión se irá”.

 

Este sutra nos invita a evitar que el estrés y su presión se acumulen, a liberarnos de las ataduras y amenazas de los deadlines (en el nombre llevan la penitencia) y elevarnos más allá del tiempo y el espacio. En palabras del maestro yogi Bhajan:

Sólo eres libre cuando estás más allá del tiempo y el espacio. Cuando tienes miedo de qué pasará mañana, no estás viviendo, sólo te estás despedazando. Incluso las personas espirituales tienen miedo de qué les pasará mañana. Entonces no son espirituales –el espíritu está más allá del tiempo y el espacio–. Actuar para lograr ese estado en el que conoces tu mañana, porque estás seguro de tu presente, porque has sobrepasado el ayer, eso es lo único que existe.

 

Sin mañana, sin ayer, sólo hoy. “Cuando el tiempo esté encima de ti, comienza, y la presión se irá”. Comienza a respirar, largo, profundo, cada vez más. Esta es la herramienta básica para elevarnos más allá del tiempo; sobrevolarlo, ver las cosas en perspectiva, a gran escala y saber que todos esos estímulos externos que muchas veces desvían la atención o la concentración de lo que realmente importa para el alma y su camino son pruebas para encontrar la quietud y, desde ahí, responder con neutralidad, creatividad y sabiduría, sin “urges” ni “para ayeres”; desde el aquí, en plena conciencia, confiados en que podemos actuar y, al hacerlo, iniciar el cambio que transforme cualquier circunstancia estancada o angustiante en una nueva aventura donde podamos probarnos que tenemos lo que se requiere para abrazar la vida con calibre y realeza.

 

Te invito a respirar, ir a profundidad y preguntarte por qué ese proyecto personal, esa visita pendiente a aquel amigo o familiar, el hobby que tienes ganas de comenzar desde hace tanto tiempo o esa salida de viaje rumbo a la aventura siguen ahí esperando, por qué has dejado que el tiempo los cubra de telarañas, por qué has permitido que el espacio te haga ver dichas oportunidades tan lejanas o casi irrealizables, por qué el estrés y su adictivo efecto de vivir en llamas pareciera eclipsar todas esas cosas que quieres para tu evolución personal y tu bienestar…

 

La próxima vez que sientas que el estrés apabullante está por llegar, recuerda y ten en cuenta que:

 

–La naturaleza de la existencia es el cambio y parte del fluir incesante de la vida incluye sus lapsos de relajación; respirar y entonces actuar, siempre desde la neutralidad, ese espacio sagrado que, como lo vimos con el segundo sutra para la era de Acuario, proviene de lo más profundo de tu alma.

 

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–Permite que el tiempo y el espacio hagan lo suyo; aprovéchalos para ubicarte y transcurrir en el presente, mas no dejes que te aprisionen. Sintonízate con tu ritmo natural y orgánico, deja que los ciclos de tu vida te digan qué hacer, escucha, respira, actúa, cambia, transforma tu mañana desde el hoy.

 

–No dejes que las torres interminables de papeles o de mails se acomoden por sí solos, evita que la suma de asuntos pendientes entre tu hermano, hermana, amigos o pareja se acumulen hasta explotar en un volcán de emociones y reacciones telúricas de las que después te podrías arrepentir.

 

–Si tienes algo que decir, hacer, compartir, iniciar algo en tu vida, ve más allá del tiempo y el espacio: comienza ahora, entonces puede que descubras que todo lo que requieres para tu mejor evolución está ahí para ti, dispuesto a manifestarse por y para tu bienestar. Sólo deja que el Infinito llene cada poro de tu piel, siéntelo vibrar dentro de ti. Medita mínimo 3 minutos al día y comenzarás a ver cambios positivos en tu forma de relacionarte contigo y con tu entorno.

 

Hoy, como cada día, está en ti optar por el inicio de una nueva vida en armonía. Hoy, a cada instante, puedes comenzar y dejar que la presión se vaya muy lejos y entonces abrazar un instante más en el luminoso camino de tu realización, donde las únicas llamas que existen son las que anidan en tu corazón ardiente de pasión ilimitada por la vida: libre, plena, amorosa. Hoy es un buen día para dar el primer paso. Hoy es un buen día para actuar, “todo el Ser hacia la luz” (de la canción de la Khalsa”, de la Organización 3HO fundada por el maestro Yogi Bhajan).


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