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La Astrología como un antiguo camino de crecimiento espiritual

Junio 09, 2016

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6 minutos de lectura

Un planeta se exalta, es decir, amplía sus cualidades sobre un signo que no es precisamente su domicilio, pero en el cual se siente cómodo por características afines. El Sol, por ejemplo, con Aries, porque además  de ser un signo de fuego, es un verdadero campo de batalla donde el Sol podrá sentirse lleno de poder y de posibilidad de acción.

(JOHANN ROD –El Enigma de los grandes sistemas adivinatorios)

 

 

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Cuando leemos los horóscopos al final de una revista de modas o en las opciones de un servidor web, resulta difícil imaginar que los consejos brindados ahí se desprenden de un conocimiento demasiado antiguo e inabarcable, quizá más viejo que la misma humanidad. Es complicado pensar que en otro tiempo la astrología tenía el estatus de la más importante de todas las ciencias. Que era de hecho “la ciencia” y el conocimiento mismo. La cual englobaba al resto de disciplinas antiguas: música, medicina, política, psicología, etc.

 

En culturas tan antiguas y distantes entre sí como la tolteca, maya, sumeria, egipcia, china, etc., la astrología regía la totalidad de la vida social e individual: las guerras, invasiones, la política, la agricultura, la navegación, los matrimonios.

 

Pero existía también una aplicación muy individual y muy única del conocimiento astrológico. Bastante exclusiva y selectiva. De ningún modo abierto para todos los miembros de una sociedad, incluso no tan asequible ni para los altos jerarcas, ni los miembros de la aristocracia, el clero y la política. Era un conocimiento astrológico de iniciación, diseñado para que el estudioso  del mismo, viviera en su propia piel la evolución de los astros y  las vueltas del zodiaco.

 

Debía llegar a descubrir que en él mismo se encontraba el Sol, la Luna y en general, todo el Universo.

 

Nacemos en determinada casa zodiacal, con cierto signo y con unas influencias planetarias muy específicas que nos hacen verdaderamente únicos. Pero también existe una posibilidad, aunque pequeña, de modificar nuestra naturaleza innata y las configuraciones que nos han tocado en suerte al nacer en cierto día, mes, año y hora. Conseguir modificar un poco los determinantes cósmicos y naturales de la personalidad, para bien, es lo que vendría siendo para los antiguos la evolución espiritual. El no quedarse con lo que el Universo nos dio al nacer ni  sólo con lo adquirido en la primera infancia y adolescencia, sino trabajarlo, como buena tierra, cultivarlo, hacerlo crecer y florecer. Es de hecho a lo que se refiere la Parábola del Viñador, presente en los Evangelios, en repetidas ocasiones.

 

Por lo general, al nacer en cierto signo, de manera natural seguimos las inclinaciones implícitas del mismo. Acercándonos a aquello que es afín a nosotros y repeliendo e incluso evitando todo aquello que nos resulta adverso. Pero el antiguo conocimiento astrológico enseñaba que veníamos a trabajar la esencia con la que nacíamos, no sólo procurar lo que nos resultara grato, simpático y cómodo, sino a buscar, enfrentar y resolver los límites de nuestra naturaleza y su problemática más honda.

 

Un signo como Géminis, de aire, por ejemplo, tiende a acercarse sobre todo para amistar y colaborar a personas afines a él: otros de aire y principalmente de agua, como Cáncer y Acuario, por lo general. Porque las naturalezas mutuas se simpatizan y atraen hasta cierto punto, -con sus asegunes, variaciones y excepciones, desde luego-. Porque con ellos puede sentirse cómodo, hablar de lo que le gusta, encontrar temas de agrado mutuo, comprensión, identificación, etc.

 

Empero, las antiguas escuelas astrológicas aconsejarían acercarse a lo que siempre se ha evitado, incluso temido, a quienes no nos caen bien, realizando tareas y aprendiendo oficios que no nos resultan tan fáciles o no nos son muy cómodos. Esto, desde luego, con el consiguiente estudio de la personalidad y el cuidado de prescribir tareas graduales y acordes con el nivel de comprensión y desarrollo del iniciado.

 

Al tipo demasiado intelectual y racional que siempre se dedicó a la lectura y la reflexión, se le prescribirían tareas manuales, aprender a realizar artesanías, cultivar la tierra, reparar objetos, o el comercio. Al individuo muy cercano a la Tierra, es decir, hábil con las manos y muy práctico, se le enseñaría a reflexionar, a analizar, leer mucho, escribir textos, etc.

 

Y dentro del zodiaco existen unos pocos signos que saben llevarse bien con la mayoría del resto de las casas, o con todas. Podría decirse que hasta cierto punto son más evolucionados espiritualmente que el resto. Está Sagitario, cuya naturaleza le permite transmutar todo tipo de energías negativas y convertirlas en favorables, purificando todo ambiente y persona con quien entra en contacto. Están por ejemplo Capricornio y Escorpio, quienes a pesar de sus contradicciones y conflictos, saben simpatizar con muchos tipos diferentes de personalidades pertenecientes a otras casas zodiacales, aunque no sean necesariamente las que más les resultaran afines. Llevándose hasta cierto punto bien con casi todos los signos.

 

Al estudiante se le aconsejaba enfrentar sus miedos, realizar tareas contrarias a lo que había desarrollado hasta ahora en su vida, procurar la compañía de personas muy diferentes a con quienes había convivido hasta entonces. Ayudándole a encontrar aspectos positivos en las más diversas situaciones y personas a las cuáles, sin la ayuda de la escuela astrológica, jamás habría podido llegar a conocer y mucho menos a aprender de ellas. ¿Y qué es el crecimiento espiritual si no resolver nuestros miedos y conocer todo lo que nos asusta, confronta, pone retos o nos causa conflicto?

 

De manera que a lo largo, incluso de varias reencarnaciones, un alma  en evolución lograba transitar si no por todas las casas zodiacales, sí por la mayoría de ellas. Aprendiendo múltiples cosas muy diferentes, incluso opuestas, confrontándose y aprendiendo de las más diversas almas,  quizá muy diferentes y opuestas a la suya. Esto vendría siendo la evolución espiritual para el conocimiento astrológico antiguo.

 

A continuación mostramos la siguiente tabla con las diversas casas zodiacales, así como sus fechas de inicio, cúspide y ocaso:

 

 

SIGNO O CASA

FECHA

Aries

21 de Marzo al 20 de Abril

Tauro

21 de Abril al 20 de Mayo

Géminis

21 de Mayo al 21 de Junio

Cáncer

22 de Junio al 22 de Julio

Leo

23 de Julio al 22 de Agosto

Virgo

23 de Agosto al 22 de Septiembre

Libra

23 de Septiembre al 22 de Octubre

Escorpión

23 de Octubre al 21 de Noviembre

Sagitario

22 de Noviembre al 20 de Diciembre

Capricornio

21 de Diciembre al 29 de Enero

Acuario

20 de Enero al 18 de Febrero

Psicis

19 de Febrero al 20 de Marzo

 


Autor: Carlos Cuellar 

Twitter del autor: @adandeabajo

 

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