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El cuarto paso a la felicidad: Divinidad

Abril 26, 2017

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Para las tradiciones judeocristiana, kabbalística y musulmana, desde el momento en que los padres de la humanidad, Adán y Eva, decidieron comer del árbol del Conocimiento que les permitió discernir el bien del mal, se originó el sentido de separación o dualidad. El esplendor de ríos que manaban leche y miel y la pacífica coexistencia de todos los seres vivos se interrumpieron cuando la sabia serpiente proclamó un zumbante susurro al oído: “Podrías ser como Dios”.

 

En filosofía yóguica, la divinidad es una experiencia, rebasa creencias, religiones o definiciones, trasciende todo nombre, está más allá de cualquier imagen y pervive dentro de nuestro ser terreno. Lo que la yoga y las religiones buscan en sus ideales más nobles es reconstruir el yugo para religar el alma humana con su origen divino y, a través de su gran variedad de caminos, reencontrarnos con El Jardín del Paraíso Interior y esa voz sutil que palpita en cada una y cada uno de nosotros, asociada con la bondad, la generosidad y la virtud; la voz de La Verdad, de aquello que Es.

 

Podemos encaminarnos a ese Edén dentro de nuestra cotidianidad cuando nos percatamos de que nuestra vida no es el centro del mundo, sino parte de un entramado donde el coexistir nos convierte en corresponsables de las acciones y el devenir de nuestra familia, grupo de trabajo, amigos, colonia, ciudad o país. Cuando a través del trabajo constante y disposición al cambio, decidimos dejar atrás las ideas preconcebidas de separación, dualidad, doble moral, “caída” o mediocridad. Cuanto ante la típica pregunta “¿Cómo estás?” le damos la vuelta al clásico “Estoy” para posicionar un humano vivo, alerta y despierto, que en cada inhalación y exhalación toma la oportunidad de renovarse y vivir en espíritu exaltado, manifestando en todo su ser a La Divinidad en acción.

 

El Buda Siddharta Gautama nos dejó una práctica que permite cultivar emociones positivas y hacernos conscientes de nuestra divinidad: las Brahama Viharas (Brahm: Dios, Vihara: Morada) o moradas sublimes. Al reconocerlas en nosotros podemos ponerlas al servicio de los demás seres sintientes para completar el círculo de la felicidad: dar. Éstas son:

1. Metta Bhavana: el cultivo de la emoción creativa, la hermandad universal, el servicio desinteresado y el amor incondicional.

2. Karuna Bhavana: la conciencia de que el sufrimiento y el dolor existen como parte de la vida; sentirlos, aceptarlos y actuar de manera compasiva y empática hacia estas circunstancias.

3. Muditta Bhavana: la conciencia de la felicidad y alegría del otro; compartirlas y expandirlas de manera desinteresada y auténtica.

4. Upeksa Bhavana: la conciencia de la ecuanimidad, el procurar la paz y el equilibrio en todo y en todos.

 

La base de las cuatro Brahma Viharas es la práctica, la conciencia y el cultivo de Metta. Ella nos conecta con la mejor versión de nosotros mismos, El Paraíso Interior, y propicia que las demás Brahma Viharas florezcan.

 

La práctica meditativa para el cultivo de Metta y las Braham Viharas consiste en:

1. Sentarse en sukhasana o en una silla, columa y cabeza recta, hombros y cara relajados, ojos cerrados, respirar largo y profundo y comenzar a sentir (puedes ver un video para la postura correcta aquí)

2. Metta hacia ti. Recuerda un momento feliz en tu vida. Expande esa emoción positiva y deséate que estés bien, que seas feliz, que estés libre de sufrimiento, que progreses. Deja que la emoción fluya y crezca. Expándela ahora a:

3. Metta a una/o amiga/o de tu mismo sexo (no familiar, expareja o pareja), con quien sostengas una relación constructiva e incondional. Desde esa hermandad deséale “que esté bien, que sea feliz, que esté libre de sufrimiento, que progrese”.

4. Metta a una persona conocida a quien tratas poco. Deséale “que esté bien, que sea feliz, que esté libre de sufrimiento, que progrese”. Expande esta emoción a:

5. Metta a una persona que encuentras difícil o con quien has tenido roces. Descubre y reconoce que, más allá de tus juicios, también merece ser feliz. Haces a un lado los egos y le deseas “que esté bien, que sea feliz, que esté libre de sufrimiento, que progrese”. Entonces te descubres como un ser amoroso, compasivo, luminoso, divino.

6. Metta a todos los seres vivos: “Que estén bien, que sean felices, que estén libres de sufrimiento, que progresen”.

 

Ahora toda/o tú eres Metta y como La Divinidad, eres capaz de dar, servir y elevar a través de esa emoción positiva y generosa que se expande en cada palpitar. Entonces continúas hacia Karuna Bahavana siguiendo los mismos pasos que en Metta, pero ahora te haces consciente de algún momento en que has sentido dolor o sufrimiento de naturaleza humana, lo aceptas, lo dejas pasar, sueltas y le das luz. Lo mismo haces con el de tu amiga/o, el de un conocido, de una persona difícil y los seres sintientes del mundo; todo desde Metta. Desde ahí, disfrutas y compartes la alegría que hay en ti, en tu amigo, el conocido, la persona difícil y los seres sintientes: Muditta Bhavana. Finalmente, con Upeksa Bhavana haces conciencia de la alegría y el sufrimiento que ha habido en alguna situación de tu vida, en la de tu amiga/o, conocida/o, la persona difícil, el mundo entero, y entiendes desde Metta que la constante de la vida es el cambio y que con ecuanimidad, sencillez y contento, puedes progresar por el Dharma o camino de la virtud en lugar de girar en el karma o el camino de la reacción.

 

Al vivir y actuar con divinidad, no tienes empacho en poner tu ser y tu vida al servicio de otra criatura sintiente. Cuando le sonríes a un perro solitario en la calle, agradeces a un árbol por el oxígeno que te da, bendices todas las circunstancias que llevaron alimentos a tu mesa, callas ese consejo aleccionador que tantas ganas tienes de externar pero que no te han pedido y, en su lugar, ofreces tu escucha, una sonrisa y un abrazo; cuando ante una noticia fatal respondes “lo siento mucho” sintiéndolo con todo tu ser, cuando tras la ruptura amorosa reconoces que una relación siempre es de dos, aceptas tu responsabilidad y con cada átomo de tu corazón te atreves a decir: “Por favor perdóname, lo siento mucho, te amo, gracias”; cuando exaltas el talento de tu equipo de trabajo y cubres sus errores, cuando sabes lo grande que eres, aceptas lo que aún te queda por trabajar y te abrazas por la noche agradecida/o de que hoy diste lo mejor de ti, sonríes y sientes que este, como ayer y seguramente como mañana, fue, es y será el mejor día de tu vida, cuando eres capaz de ver en todo y en todos la presencia de La Luz, tu luz… te estás dando la gran oportunidad de experimentar tu divinidad. Entonces la dualidad desaparece, lo separado se completa, la gente deposita inmediatamente su confianza en ti porque perciben a un ser íntegro cuyas palabras, acciones y carácter son congruentes con un modo de ser verdadero y que se atreve a ser feliz.

 

Esta semana te invito a reconocer, practicar y experimentar las Brahama Viharas en tu vida, asumirte como la morada de la divinidad y tratar de ser la mejor versión de ti mismo en cada respiración, a cada paso, pensamiento, acción, día con día y cambiar tu vida.

 

Sat Nam

 

Para conocer los tres pasos previos a la felicidad entra a:

Siete pasos a la felicidad 1: el compromiso 

El segundo paso a la felicidad: el carácter 

El tercer paso a la felicidad: la dignidad

 


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