Principal

Cómo encontrar una parte de ti mismo que no conocías

Abril 21, 2016

Time

5 minutos de lectura

La disciplina en la cotidianidad nos puede aportar mucho. La constancia puede fortalecer un músculo o relajar la mente meditando o ayudar a nuestro metabolismo comiendo a ciertas horas, etc. Sin embargo, por más que queramos controlar nuestra vida y tiempos, la realidad es que la vida es como el mar: hay olas grandes, pequeñas, momentos de calma, de tsunamis; momentos donde la marea se retrae y todo puede cambiar en cuestión de segundos.

 

Sé que hay personalidades en esta Tierra y muchas lo que buscan es estabilidad. Sin embargo, sólo podremos disfrutar la vida más intensa y profundamente cuando estemos conscientes de estos cambios repentinos. El saber que los momentos pueden cambiar en segundos y que el mundo es muy pequeño para quedarnos quietos en un solo lado.

 

Anteriormente yo podía experimentar esto con mis parejas. Vivir una relación de una vida en meses o años y dar todo como si fuese el último día porque sabía que no era eterno. Eso me ayudaba a abrir más mi corazón. Evidentemente hacerlo tenía sus pros y sus contras, ya que también es bonito saber que puedes compartir una vida con una pareja sin tanta intensidad y saboreándotela poco a poco.

 

Esto me hizo pensar que sí, podemos tener ciertas rutinas y compromisos y también integrar que la vida es cambio y que tiene muchos diferentes y ricos sabores.

 

Estando en la playa, al observar las olas y sentir el sol en mi cuerpo, me percaté de que mucho de mi placer de estar aquí es saber que no es eterno, que no vivo aquí y por ende quiero disfrutar de cada segundo porque sé que pronto voy a marcharme. Me di cuenta de que la intensidad y profundidad que viví con las parejas ahora la puedo vivir en mi cotidianidad sabiendo que en donde esté, con quien viva y como viva no es eterno. 

 

Nunca sabemos que nos depara mañana, si las personas que están a nuestro lado se irán, morirán o simplemente nuestra vida cambiará en un segundo. Lo que es seguro es que todo cambia y la idea de eternidad nos quita un puño de gozo, un bonche de placer y un buen cacho de disfrutar el presente.

 

Cuando mi pareja me preguntó, al verme tan feliz meciéndome en esta hamaca, si podría estar así toda mi vida dije no. Es el saber que hoy tengo esto para disfrutarlo y que mañana será otro sabor lo que provoca el goce.

 

El problema es cuando sin querer nos estancamos en una rutina sin darnos cuenta. Podemos quedarnos con una pareja o en un lugar por pura costumbre. Cuando dejamos de cuestionarnos dónde queremos y cómo queremos estar es cuando dejamos de escucharnos y la vida ya no tiene ese saborcito de estar realmente vivos.

 

Nos han echo creer que lo que no cambia, lo que es para siempre, lo estable y eterno es lo que nos hará felices y no nos damos cuenta de que es lo contrario. Que en primer lugar, lo único real es que la vida es un cambio constante donde todo se transforma y, aceptarlo y fluir con ello, nos va a dar mucho más paz, alegría y crecimiento. 

 

Si intentáramos ver la vida como a las estaciones entenderíamos que hay momentos de quietud, de frialdad y de estar más adentro de uno como en el invierno; o de florecer y crear cosas nuevas como en primavera; o de cambiar de hojas y renovarnos como en otoño. En fin, si nos fijáramos en cualquier parte de la naturaleza, veríamos que todo está cambiando y una flor no se aferra a estar en su belleza en el momento que floreció. Se permite marchitarse y morir. Es decir, renovarse.

 

Si fuéramos conscientes de esto, comenzaríamos a ver la muerte y la vejez de otra forma. No nos tomaría por sorpresa que alguien muriera, entenderíamos que eso es parte de la vida y agradeceríamos haberlo tenido y compartido mientras estuvo.

 

Un gran maestro me dijo en alguna ocasión: Que tu vida siempre esté en cambio continuo, y cuando no lo esté, al menos cambia de lugar los muebles de tu casa. Eso es la vida, no permitas que la vida te estanque.

 

Hoy lo entiendo, hoy me hace disfrutar más el hoy porque mañana sé que viene algo nuevo. Hoy sé que quiero amar más a mi gente cercana porque no sé si mañana no los veré. Hoy quiero disfrutar de donde esté: playa, bosque, ciudad, desierto, porque cada uno te regala un sabor que el otro no te da. Ninguno es mejor que otro, solamente distintos. Es por ello que este planeta es tan delicioso, por sus mezclas de sabores, culturas, lugares; por sus distintos climas y espacios; por eso es tan importante cuidarlos, respetarlos y valorar cada momento, cada espacio, cada ser. 

 

Esta vida es un verdadero regalo si sabemos aprovecharla. No te quedes ahí sentado esperando que pase algo, párate y haz que pase. Cuida, disfruta y respeta esta vida, estos cambios y los distintos sabores que nos hacen valorar los otros.

 

Siempre encontramos pros y contras en cada cosa y eso es parte de este gran regalo. Acéptalo y disfruta. Y si no te gusta, recuerda que está en tus manos moverte. Es un derecho divino que se nos olvida y que hoy te vengo a recordar.

 

¡Viva la diversidad y viva el poder darte permiso de vivirla! Puede ser que ahí encuentres un poco más de ti que no sabias que existía.

 

Namasté


Comment

Up

¿No tienes una cuenta? Registrate aquí

Seacrh