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Pedagogía blanca: ¿es el método educativo ideal para tu hijo?

Julio 06, 2017

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Esta forma de enseñar consiste en acompañar a los niños en su aprendizaje para desarrollar todas sus potencialidades y valores según sus respectivos ritmos evolutivos. Su fin es despertar la curiosidad natural de los alumnos, así como su sentido crítico. Se define como educar en positivo, ya que parte de la idea de que el niño nace con capacidades, inteligencias múltiples y un gran deseo de aprender, todo lo cual puede coartarse si se dañan sus emociones, se le engaña o no se le valora.

 

En un sentido positivo, fomenta el trato respetuoso y los vínculos sociales como ejes determinantes para la felicidad, la creatividad y la autonomía. Promueve, además, que los niños se conozcan a sí mismos, entiendan y reconozcan la diversidad, desarrollen la autoconfianza y puedan reconocerse como únicos e importantes.

 

Lucha, entonces, contra la objetivación de los alumnos, los castigos y los métodos de adoctrinamiento, y fomenta el desarrollo de la propia personalidad y talentos. Además es un método que se puede aplicar tanto en el aula como en casa, pues existen cursos de formación en pedagogía blanca tanto para educadores como para padres de familia. Finalmente, su propósito es promover una formación integral optimizando las herramientas de educación activa y la pedagogía de la empatía.

 

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En este sistema, quien forma acompaña al alumno en el aprendizaje, fomentando que éste sea vivencial y significativo. Aunado a ello, promueve el reconocimiento de las inteligencias múltiples, y ayuda a que el niño desarrolle una personalidad emprendedora, creativa y atenta a las emociones; es decir, va de la mano de la educación humanista y abarca aspectos psicológicos, cognitivos, relacionales, de inteligencia emocional y de aprendizaje.

 

En sentido crítico, se ha cuestionado la capacidad de este proyecto de educación alternativo de alentar el reconocimiento de una autoridad, fomentar el compromiso con las reglas y desarrollar un aprendizaje mesurable más allá del trabajo formativo en cuestión emocional. No obstante, sus defensores argumentan que este sistema motiva al alumno a cuestionar su entorno, hacer introspección y ampliar su conciencia del mundo y de la sociedad para buscar enriquecerse día a día tanto en el conocimiento como en asuntos de crecimiento personal.

 

En cuestión de sistema, no por ser un método de enseñanza enfocado en el humanismo deja de lado las ciencias o la tecnología. La pedagogía blanca aplica recursos del método científico, las nuevas tecnologías, las matemáticas creativas, los idiomas, los viajes e incluso el cine como elementos enriquecedores en el aprendizaje.

 

Por último, en cuanto a la evaluación, la pedagogía blanca se opone a los sistemas memorísticos clásicos. Considera que los exámenes que buscan comprobar lo que el alumno no sabe y darle a cambio de ello una nota no aportan una retroalimentación útil para su formación. Por ello, su objetivo es que el alumno muestre lo aprendido utilizándolo de forma no guiada, demostrando su interiorización y comprensión, y aprovechándolo de manera práctica. De esta manera se puede decir que la pedagogía blanca nos hace reflexionar en torno a la importancia del aprendizaje creativo, activo y emocional. 


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