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Mary y Max, una hermosa metáfora sobre la fortaleza de los lazos humanos

Marzo 16, 2017

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3 minutos de lectura

Aunque hay muchas palabras que podrían describir una película como Mary y Max, “convencional” definitivamente no es una de ellas. Y es que se trata de 90 minutos plagados de rarezas, toques escatológicos, preguntas extrañas y humor negro que, con todo, se las arreglan para ser a la vez una hermosa metáfora agridulce sobre la soledad, la amistad y la aceptación.

 

La película cuenta la historia de Mary Dinkle (voz de Toni Collette) y Max Horovitz (voz de Philip Seymour Hoffman), dos personajes que a pesar de la diferencia de edad y la enorme distancia entre continentes, tienen una manera muy similar de ver el mundo a su alrededor. Ella es un niña tímida de 8 años que vive en Melbourne, Australia, con un papá ausente y una mamá alcohólica y cleptómana. Él es un hombre de 44 años, obeso y con síndrome de Asperger, viviendo solo en el corazón de la caótica ciudad de Nueva York. ¿Qué tienen en común, además del gusto por las caricaturas y el chocolate? Ninguno de los dos tiene amigos.  

 

 

Sus vidas se cruzan cuando Mary decide elegir un nombre al azar del directorio de Manhattan y termina escribiéndole a Max. Durante años, cientos de cartas acompañadas de cajas de chocolate cruzan el océano llenas de anécdotas sobre la vida de Max (sus trabajos, sus vecinos, su lucha para perder peso y tratar de entender a las personas) y los problemas de la infancia y adolescencia de Mary (bullying, amor, desamor, y muchas preguntas simples de respuestas complejas: ¿de dónde vienen los bebés en América?, ¿qué es el amor?, ¿Dios existe?).

 

 

Así, la correspondencia va y viene dentro de esta increíble animación en stop motion, realizada con gran detalle. Una inmersión dentro de un universo de tonos cafés y grises, cuyos ocasionales toques de rojo complementan, junto con la música, la intensidad de las emociones. Las expresiones faciales de los personajes son tan humanas, que en ciertos momentos nos hacen olvidar que son muñecos animados y no actores los que vemos en la pantalla. La inesperada amistad por correspondencia se convierte en un viaje por las diferentes etapas de la vida, una historia impregnada de rechazo, dolor, incomprensión, pérdida, decepción y depresión, contada por un narrador cuyo particular sentido del humor logra arrancar sonrisas aun en las situaciones más desafortunadas.

 

 

¿Te imaginas cómo se vería el mundo si lo desnudáramos a través de los ojos inocentes de un niño? ¿Seguirían teniendo sentido las acciones de los adultos si las analizáramos con una mente libre de prejuicios, mentiras, apariencias y rodeos? Eso es lo que ofrece Mary y Max, una película que no deja impasible a ninguna mente y logra sacudir las fibras sensibles de los corazones más difíciles de tocar. Te ayudará a ver desde una perspectiva completamente diferente las alegrías y tristezas de la vida. Además, es un vistazo al mundo de una persona con síndrome de Asperger, una de las enfermedades mentales más incomprendidas.

 

Esta tragicomedia sobre la fortaleza de los lazos humanos nos impulsa a desarrollar la empatía, practicar la comprensión y valorar la amistad como la más noble de las relaciones humanas, un vínculo fuerte entre seres imperfectos, cuya autenticidad está forjada en la aceptación. 


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