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7 cosas que todos deberíamos aprender de los niños

Abril 29, 2017

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Cuando algo te hace reír hasta doblarte o llorar sin poder contenerte por más que te esfuerces; cuando te emocionas tanto que brincas y aplaudes o cuando te asustas y te tapas la cara; en todas esas reacciones incontrolables que nos hacen ser quienes somos se asoma el niño que fuimos y que poco a poco hemos olvidado, muchas veces a costa de nuestra propia felicidad.

 

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Te dejamos siete lecciones que todos los adultos deberíamos aprender de los niños.

 

1. Deja de temerle al ridículo

¿Tienes ganas de aprender a bailar salsa pero te da vergüenza? ¿Hay un concurso de dibujo al que quisieras entrar pero no te atreves? ¡Hazlo! El ridículo no existe, es una invención de los adultos para mantenerte sentado sin subir los codos a la mesa. 

 

2. Diles a tus padres que los amas

De niños les decimos a nuestros padres que los amamos todo el tiempo, pero conforme crecemos dejamos de hacerlo, y a veces dejamos incluso de llamarlos o visitarlos. No dejes pasar más tiempo para hacerlo. Si tus padres ya no están contigo ahora no es pretexto, siempre puedes escribirles una carta.

 

3. Pon el corazón en todo lo que hagas

No importa si estás trabajando en la oficina, terminando tu rutina del gimnasio o comiendo una hamburguesa, pon toda tu pasión y tu intención en ese momento. Los niños se entregan con pasión al presente, como verdaderos sabios.

 

4. Diviértete

Encuentra el lado divertido de todas tus responsabilidades, nunca dejes de jugar porque dejar de jugar significa dejar de aprender. Aprovecha cada oportunidad que tengas para reír y para hacer reír a los demás. Los adultos no tienen por qué ser aburridos ni serios, muchas veces sólo es necesario que alguien relaje un poco la tensión para que afloren las risas.

 

5. Cultiva el asombro

La peor parte de la adultez es que dejamos de asombrarnos, pero eso no significa que el mundo deje de ser asombroso, sino que nosotros dejamos de prestarle atención. Observa bien a tu alrededor: todas las cosas son increíbles si sabes mirarlas. Cultivar el asombro significa tomarse un momento para realmente ver y comprender todo lo que ocurre a tu alrededor. 

 

6. Pregunta cuando no sepas y pide ayuda cuando la necesites

Deja de hacerte el fuerte o el que lo sabe todo; no hay mejor forma de conectar con tu niño interior que aceptar tu vulnerabilidad. No siempre puedes solo, y eso está bien. No hay nada de malo en pedir ayuda, ¡al contrario!; descubrirás lo maravillosa y cálida que puede ser la gente cuando nos acercamos con humildad y sin pretensiones.

 

7. Si te caes, levántate y vuélvete a subir

Los niños se levantan, se sacuden las manos y vuelven al columpio si se caen. Tú, por el contrario, haz aprendido a darte la vuelta avergonzado y no volver a intentarlo. ¡No te hagas eso!

 

Y por último, come muchísimo helado, brinca en los charcos y en la cama, ríete fuerte, abraza a la gente cuando sientas la necesidad de hacerlo, dí siempre lo que piensas y lo que sientes; para ser tú mismo, muchas veces sólo basta con ser tú mismo cuando eras niño.

 

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