En un principio la medicina consideraba que las hormonas sólo afectaban los procesos corporales pero no al cerebro, hoy, la neurología ha demostrado que son las responsables de la estructura cerebral y están directamente ligadas a nuestras emociones.
Las hormonas se dividen principalmente en naturales y sintéticas. Las hormonas naturales, como su nombre lo indica, son las que produce el organismo para regular sus funciones metabólicas, desde el hambre, el sueño y el deseo sexual, hasta el crecimiento y correcto funcionamiento de los músculos y tejidos. Por otro lado, las hormonas sintéticas son las que se producen de manera artificial en laboratorios y se utilizan en varias áreas de la industria médica y alimentaria principalmente.
Las hormonas sintéticas se utilizan en la medicina para tratar enfermedades metabólicas o crónicas como el asma, para relajar los músculos durante los partos y para regular al sistema endócrino en caso de que se encuentre desequilibrado. Cuando son aplicadas en las dósis correctas y bajo supervisión médica, este tipo de hormonas son inofensivas para el ser humano, por el contrario, son necesarias para mantener y recuperar la salud en algunos casos.
La industria farmacéutica también utiliza hormonas sintéticas para la fabricación de métodos anticonceptivos químicos, como la píldora, las inyecciones, los implantes o los parches. A pesar de que se consideran métodos seguros, se les ha relacionado con la creación de trombos sanguíneos que pueden ocasionar infartos cardiacos y cerebrales y con desequilibrios en las funciones reproductivas, desde sangrados abundantes hasta esterilidad, sin contar con que alteran el estado de ánimo y el apetito.
Como ves, las hormonas son responsables de la mayoría de los procesos de nuestro organismo y pueden ayudarnos a mejorar nuestra calidad de vida siempre y cuando se utilicen de manera controlada, supervisada y responsable.