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4 pasos para trasmutar la ira

Abril 13, 2017

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Todos alguna vez sentimos ira, y eso es natural. Según la psicología budista, la ira es una de las seis emociones conflictivas que nos causan sufrimiento, como la avaricia, la ignorancia, la pasión, la envidia y el orgullo. La ira nos puede atrapar y puede volverse contra nosotros en forma de auto-odio, resentimiento o rechazo; puede lograr avergonzarnos y hacernos sentir vulnerables. La ira en general es alimentada por el impulso de rechazar, empujar, destruir; todos esos sentimientos ocurren contra la misma persona que experimenta el sentimiento. Debido a que la experiencia de la ira es tan potente, por lo general tratamos de deshacernos de ella de alguna manera. Una forma de intentar deshacernos de la sensación es llenarla o reprimirla, porque nos avergüenza reconocer o aceptar que la experimentamos. Sin embargo, la ira es una parte natural de nosotros; no podemos deshacernos de ella, no importa lo mucho que lo intentemos. No obstante, podemos cambiar la manera en que nos relacionamos con ella. Cuando lo hacemos, comenzamos a vislumbrar una cualidad oculta dentro de esta fuerza destructiva que es sana y valiosa. Estos son cuatro pasos que te pueden ayudar a trasmutar tu ira: 

 

1. Abstente de hablar enojado

El primer paso que debes seguir es abstenerte de decir cosas cuando estás en el estado de ira. Cuando estás enojado no es recomendable decir nada, porque las emociones están a flor de piel y no puedes reflexionar. Todo lo que digas será porque estás enojado, y todo eso puede ser usado en tu contra. 

 

2. Guarda silencio y ve más allá de tu enojo

Una vez que te contuviste de decir cosas enojado, eres capaz de visualizar todo lo que pudiste causar a través de la ira. Puedess, entonces, examinarte en el futuro. Puedes examinar, por ejemplo, ¿cuáles son las raíces de la ira?, ¿cómo encontrar la paz?

 

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3. Piensa si la ira te beneficia o perjudica

Ya que pudiste visualizar tu ira y sus causas, puedes saber si te beneficia. En caso contrario, no debes ejercerla de ningún modo.

 

4. Confronta tu ira

Este último paso no es en realidad una práctica más, sino el resultado o la fruición de dominar los otros tres pasos. Practica la abstención de las manifestaciones impulsivas de la ira, mira más allá de ella y confróntate. Piensa qué es lo que te ha hecho enojar. Seguramente descubrirás que tú eres la causa. 

 

Cuando podemos llevar a cabo todo este procedimiento con facilidad, podemos finalmente comenzar a ser capaces de hacer uso de la ira como una herramienta. Podremos reconocer si es necesaria y cuál es su posible utilidad. Lo importante es dejar de evadirnos o de sentir miedo respecto a nuestras emociones. No hay por qué huir de la ira, hay que saber manejarla. 

 

Con información de Lion’s Roar


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